Un persona optimista disfruta del éxito y aprende del fracaso
. Un pesimista tiene miedo de su propio éxito y sufre por los fracasos. Esa es la razón por la cual, la suerte se inclina del lado de aquel que disfruta y aprende>>.

“Todos somos completamente independientes y autosuficientes… Sólo que pocos lo saben"

jueves, 3 de diciembre de 2015

"Uno es lo que ama, no lo que le aman" (Charlie Kaufman)

"Uno es lo que ama, no lo que le aman" (Charlie Kaufman)
A veces nos mostramos arrogantes y prepotentes al interactuar con otras personas, creyendo que esta actitud es un síntoma de seguridad en nosotros mismos. En cambio, cuando nos infravaloramos o nos despreciamos, pensamos justamente lo contrario. Sin embargo, estas dos conductas opuestas representan las dos caras de una misma moneda: falta de autoestima. Es nuestra carencia común. Y a pesar de ser devastadora es prácticamente invisible.
¿Qué es entonces la autoestima? Podría definirse como "la manera en la que nos valoramos a nosotros mismos". Y no se trata de sobre o subestimarnos. La verdadera autoestima nace al vernos y aceptarnos tal como somos.
La falta de autoestima tiene graves consecuencias, tanto en nuestra forma de interpretar y comprender el mundo como en nuestra manera de ser y de relacionarnos con los demás. Al mirar tanto hacia fuera, nos sentimos impotentes, ansiosos e inseguros, y nos dejamos vencer por el miedo y corromper por la insatisfacción. También discutimos y peleamos más a menudo, lo que nos condena a la esclavitud de la soledad o la ira. Y dado que seguimos fingiendo lo que no somos y reprimiendo lo que sentimos, corremos el riesgo de ser devorados por la tristeza y consumidos por la depresión.

miércoles, 17 de junio de 2015

Cuento, ¿Zanahoria, huevo o café?

          Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
        Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
        La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.
         Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?" -"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta. Le hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
         Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?" El le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.
       "¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
       ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.

Y tú, ¿cual de los tres eres? ¿Zanahoria, huevo o café?

martes, 7 de abril de 2015



Por fin ha llegado!!!!
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viernes, 21 de noviembre de 2014

Efecto Galatea



Hace referencia a cómo las propias expectativas sobre uno mismo pueden ser un poderoso factor que hacen que lleguen a cumplirse.
Según las altas expectativas que tenga cada individuo de sí mismo dependerá el éxito de su propia vida. Existiendo la ley Galatea de la proporcionalidad, a mayor expectativa de sí mismo mayor será el éxito personal.
La persona, no necesariamente, depende de las expectativas ajenas o que tengan otras personas sobre el mismo sujeto, basta con las propias. Tan sólo depende de la superación individual que cada uno posea de sí mismo por contar con las poderosas autoexpectativas que determinarán la "autoconquista" de la propia vida.
La falta de convicción acerca de lo que hemos decidido que queremos que nos suceda en la vida, nos hace abandonar, sin siquiera haber hecho el intento de ponernos a prueba, en el sentido de evaluarnos como capaces o incapaces de cumplir con nuestros sueños. La falta de compromiso y la poca convicción acerca de nuestro presente y de nuestro futuro, son los enemigos internos que tenemos que vencer. Sobre gran parte de los fracasos que tenemos en la vida, la responsabilidad esta en nosotros mismos por no haber tenido la firme convicción de que eso por lo cuál luchábamos era lo que queríamos realmente, es decir si tus propias expectativas no son buenas para ti mismo, tu respuesta seguirá siendo la misma y el resultado nunca cambiara.
Conseguir o no, objetivos difíciles puede depender de la confianza o desconfianza que los demás tengan depositada en nosotros, ya que la confianza, las expectativas, las creencias o lo que se espera de alguien, puede llegar a ser un importante principio de actuación. Si nuestro deseo y  motivación es muy grande, las profecías siempre tienden a materializarse. Tanto para bien como para mal.


El efecto Pigmalión



Lo que los demás esperan de uno puede desencadenar un conjunto de acciones que nos lleven mucho más allá de lo que podemos imaginar, en lo mejor y en lo peor. Este principio de actuación a partir de las expectativas de los demás se conoce en psicología como el efecto Pigmalión.
El efecto Pigmalión es el proceso mediante el cual las creencias y expectativas de una persona respecto a otro individuo afectan de tal manera a su conducta que el segundo tiende a confirmarlas.
Uno de los experimentos más conocidos es el que llevaron a cabo en 1968 Robert Rosenthal y Lenore Jacobson, bajo el título Pigmalión en el aula. El estudio consistió en informar a un grupo de profesores de primaria de que a sus alumnos se les había administrado un test que evaluaba sus capacidades intelectuales. Luego se les dijo a los profesores cuáles fueron, concretamente, los alumnos que obtuvieron los mejores resultados. Los profesores también fueron advertidos de que esos alumnos serían los que mejor rendimiento tendrían a lo largo del curso. Y así fue. Ocho meses después se confirmó que el rendimiento de estos muchachos especiales fue mucho mayor que el del resto. Hasta aquí no hay nada sorprendente. Lo interesante de este caso es que en realidad jamás se realizó tal test al inicio de curso. Y los supuestos alumnos brillantes fueron un 20% de chicos elegidos completamente al azar, sin tener para nada en cuenta sus capacidades. ¿Qué ocurrió entonces? ¿Cómo era posible que alumnos corrientes fueran los mejores de sus respectivos grupos al final del curso? Muy simple, a partir de las observaciones en todo el proceso de Rosenthal y Jacobson se constató que los maestros se crearon tan alta expectativa sobre esos alumnos que actuaron a favor de su cumplimiento. De alguna manera, los maestros convirtieron sus percepciones sobre cada alumno en una didáctica individualizada que les llevó a confirmar lo que les habían avisado que sucedería.
Sin duda, la predisposición a tratar a alguien de una determinada manera queda condicionada en mayor o menor grado por lo que te han contado sobre esa persona.
Y es que Pigmalión tiene una explicación científica: hoy sabemos que cuando alguien confía en nosotros y nos contagia esa confianza, nuestro sistema límbico acelera la velocidad de nuestro pensamiento, incrementa nuestra lucidez y nuestra energía, y en consecuencia, nuestra atención, eficacia y eficiencia.
Las profecías tienden a realizarse cuando hay un fuerte deseo que las impulsa. Del mismo modo que el miedo tiende a provocar que se produzca lo que se teme, la confianza en uno mismo, aunque sea contagiada por un tercero, puede darnos alas.

Goethe dijo: “Si tratamos a una persona como lo que es, seguirá siendo lo que es; pero si la tratamos como lo que podría ser, entonces se convertirá en todo lo que puede llegar a ser”.